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DCEP-0039

DCEP-0039

GrupoDH
IdentificadorDCEP-0039
TipologíaOtros
ArchivoArchivo General de Indias
ReferenciaQuito 64
ResumenCarta anónima de denuncia sobre los agravios e injusticias acometidos por el presidente don Martín de Ariola y el virrey marqués de Manzera
Fecha1659 abril 20
LugarQuito
ProvinciaAudiencia de Quito
PaísEcuador

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señor Más de un año me tuvo preso vuestro presidente licenciado don Martín de Ariola en una cársel con la icnominia y molestia que a Vuestra Real Magestad he dado cuenta por sinco o seis cartas duplicadas que por diferentes vías he despachado en el año de cuarenta y nueve. Y aunque los agravios que me ha echo vuestro presidente licenciado don Martín de Ariola eran bastantes a quitarme la vida, nada me ase tanta fuerza como el considerar el desvelo que Vuestra Magestad tiene en cuidar de sus vasallos, encargando a los ministros superiores miren por ellos; y lo poco que atienden a estos mandatos, pesando más en algunos las comodidades particulares que el vien público y servisio de su rey, pues por sólo executar las leyes de su gusto aventuran los reinos y desacreditan el sancto selo y govierno de Vuestra Magestad. Y no es menos ponderable el ver cuán antisipadamente premia y honra Vuestra Magestad a algunos ministros y la mala correspondensia que se tiene a estos venefisios. Sacó Vuestra Magestad de un colesio al licenciado don Martín de Ariola y el primer buelo que dio fue a ser oidor de Chuquisaca. Con esta plasa le dio Vuestra Magestad seis mil y seis sientos pesos de renta y en honra y estimasión su mesmo ser de Vuestra Magestad, con que meresió en Lima sien mil ducados de dote que le dieron con la persona con quién se casó, que aunque su calidad es muy conosida si pasara a este reino sin esta plasa no le dieran nada, como acontese a otras calidades semexantes. Conque de todos estos vienes es deudor a Vuestra Magestad . D'esta plasa pasó a la de Lima, que aunque se le disminuyó el salario se le acresentaron las honras y las comodidades, pues demás de lo que interesó, con la asistensia de Juan Arias de Valensia, que fue el que le dio el docte y lo tiene como a suegro por haber sido casado con la tía de su muger, vuestro virrey marquez de Manzera, le dio algunas comisiones de tierras y, lo prinsipal, lo invió a governar el asiento de Guancavilica donde disen que topó con un pilar que llaman San Xasinto que para él fue piedra presiosa, pues derrivando el pilar disen que le valió más de dusientos mil ducados; y a Vuestra Magestad le representó grandes servisios. Y es tan bueno Vuestra Magestad que se da por vien servido de las mesmas comodidades de vuestro presidente. Otros muchos intereses publica el bulgo que tuvo; los damnificados sacarán a lus estas partidas, que yo no las y sólo las refiero para que Vuestra Magestad vea en la grande obligasión que le está vuestro presidente y cómo de un pobre estudiante lo ha puesto Vuestra Magestad en tan grande altura que aspira a ser título de oidor de Lima. Lo honró Vuestra Magestad con un ávito de Alcántara y lo sacó para el puesto tan soverano de Presidente de la Real Audiensia de Quito. Y siendo así que en él devía considerar vuestro presidente que representava la viva imaxen de Vuestra Magestad para mantener en paz y justisia a sus vasallos y portarse en la república como parte d'ella se verá que, habiendo sido los prinsipios tan buenos como se lo tengo escrito a Vuestra Magestad, los medios son tan inicuos, que se deven temer fines muy desdichados si Dios no mexora los tiempos y Vuestra Magestad no envía el remedio eficas a tantas desdichas, pues no contentándose vuestro presidente con ser dueño absoluto de la República, quitando honras y asiendas, se ha entrado en la juridisión eclesiástica y no hay religión que no padesca fuerza, pues en ellas quita y pone provinciales como si fuese general de todas ellas o pontífise de la Iglesia. Y se ven cada día poner carteles por los cantones preguntando cuándo ase órdenes vuestro presidente, pues ya en lo demás no le queda cosa en que no se haya metido, oponiéndose a los mandatos y provisiones de vuestro virrey; pero que mucho, señor, que se oponga a los mandatos de vuestro virrey, cuando se opone a los de Dios y a los de Vuestra Magestad, pues en atravesándose de por medio su interés o su pasión, no hay dios ni rey. Véalo Vuestra Magestad executado en , pues siendo procurador general de la siudad, por sólo que le pedí por dos petisiones que entregase al cavildo una real sédula en que Vuestra Magestad manda que no se consienta echar sisa en la siudad y la otra que suspendiese la comisión de las compusisiones de las tierras por ser en tanto perjuisio de los vasallos y, en particular, de los indios, en el entretanto que llegase el pliego de España y se supiese lo que Vuestra Magestad ordenava en esta razón y como vuestro presidente era tan interesado en estas comisiones, no sólo no me entregó la sédula de la sisa ni suspendió las comisiones, sino que redobló la sisa en doce mil pesos por complaser al marquez de Manzera y a me enserró en un calavoso de galeotes con dos candados, donde me tuvo cuatro meses y nueve días sin ver sol ni luna con las demás sircunstansias que por tantas cartas he dado cuenta a Vuestra Magestad, tomando por motivo que saqué unas sensuras pidiendo que paresiese una real sédula de Vuestra Magestad tocante a las compusisiones sin que en la petisión se mentase a vuestro presidente ni a persona ninguna, siendo así verdad infalible que el prenderme no fue por nada d'esto, sino por saver que el cavildo y siudad me otorgaron los poderes para que fuese a España por su procurador general; y, habiéndoseme otorgado a los veintiséis de agosto entre las doze y la una del día, me prendió el escrivano de cavildo a las tres o cuatro de la tarde por mandado de vuestro presidente sin mandamiento ni ser justisia, pues sólo el respecto y ovidiensia que tengo al nombre de los superiores pudo dexarme prender sin instrumento ninguno, y más habiendo sido el mesmo escrivano el que reveló el secreto del cavildo por tener grata la voluntad de vuestro presidente y otros intereses. Esta verdad la verá Vuestra Magestad patente si manda que se lleven los poderes que me otorgó el cavildo y las instrusiones que se me mandaron despachar. Y no contentándose vuestro presidente con haberme impedido el viage y tratádome en el real acuerdo tan vilmente por solo, asistiendo en un tribunal tan grave con capa y sombrero y el escrivano de cámara, sentado en un vanco largo de espaldar y brasos, arrimadas todas las sillas del acuerdo, me mandó sacar con una cadena y preguntándome si era verdad que había presentado una petisión ante vuestro Reverendo Ovispo de la siudad y respondido yo que , me dixo "Yo os derrivaré esa cavesa d'esos ombros, que a muchos se las han cortado con menos causas que a vos. Y mirad que os digo que en esta causa que os ago he de proseder con vos como si hubiese descometido el mayor crimen del mundo" que d'esta suerte, señor, se trata a quien sirve a Vuestra Magestad y mira por el vien común por sólo que le impedía sus aprovechamientos a vuestro presidente. Y temiéndoze que de todo dava cuenta a Vuestra Magestad, me invió al calavoso, adonde estava enserrado y amparado de Vuestra Magestad, dos ombres envosados, de noche con el alcaide de la cársel a que me buscasen todo el cuerpo, la cama y abugeros del calavoso, como lo isieron. Y de las faldriqueras me sacaron todos los papeles que tenía, entre los cuales se llevaron unos pedasos de un vorrador de una carta que tenía escrita a Vuestra Magestad. Y es harta desdicha, señor, que no siendo delito en los ministros el proseder mal y aser agravios a los vasallos, lo sea en los vasallos el quexarse a su Rey y Señor y darle cuenta de lo que pasa en su reino y importa a su Real Servisio. Y cuando todas aquestas demostrasiones pedían sacarme del calavoso donde estaba para un cadahalso, se aguardó a que se pasase la ocasión de galeones y el año de procurador general de la siudad y, después, vino a la cársel un oidor llamado don Juan del Campo Godoy con el teniente general del correxidor y me sacó d'ella por fuerza, disiendo que por vida del Rey que no me había de dexar en la prisión. Y en mi caza me la vieron preso sincuenta y un días sin darme en todo este tiempo la causa de mi prisión, tomado por despidiente el echarme personas graves a que me pidiesen que se echase tierra a todo y que no tratase de ir a España ni escrivir a Vuestra Magestad con que me tomarían la confesión y que se sentensiaría la causa dándome por libre y la prisión por pena, y que aquesto era por la reputasión de la audiensia. Conque verá Vuestra Magestad la desdicha de los tiempos, pues tiene reputasión el obrar mal cuando Vuestra Magestad sustenta todos los tribunales de su monarquía con sola reputasión de que agan justisia y que no sean agraviados sus vasallos. Y este sancto selo lo vemos malogrado, pues sólo los súbditos están suxetos a las penas y a los agravios y si los ministros los cometen se ven premiados y la mayor pena que tienen es verse mexorados en puestos superiores; y no hay más ley en este reino que la de la pasión o afisión y en se ve executado todo, pues no habiendo asentido a lo propuesto por vuestro presidente, sino resuéltome a seguir mi justisia y que Vuestra Magestad viese mi causa, para que si meresiere castigo me le y si constare mi agravio me desagravie, me tomaron la confisión; y porque en ella dixe la verdad y protesté pareser ante Vuestra Magestad y desirle el proseder de vuestro presidente y oidores y el proceder de vuestro virrey que fue marquez de Mançera, y allarme en su residencia, aviéndome echado a Vuestro Reverendo Ovispo para que me pidiese que se rompiese aquella confisión y que se isiese otra y no habiendo querido yo asentir a tal acsión, me bolvieron a prender en la cársel de corte a los veinticuatro de febrero en la noche, donde estuve padesiendo otros siete meses los mayores travaxos y incomodidades que se pueden imaxinar, pues demás de haberme envarasado el entrar en las rentas que eredé de mis padres con título de la media anata, perdiéndoseme más de veinte mil pesos me obligaron a vender una caza que había comprado con mucha pérdida del prinsipal que di por ella, y me obligó la nesesidad a traer a la cársel a mi muger y seis ijos, donde estuvimos redusidos todos en un calavoso sustentándonos de limosna. Que éste es el premio que se da en este reino a las personas de mi calidad y méritos por volver por el servisio de Dios y el de Vuestra Magestad; y que mis padres y aguelos dieron a Vuestra Magestad reinos y millones y las mayores vitorias que en este reino h'abido, siendo mi padre de los afamados del mundo. Y aunque de todo esto he dado cuenta a vuestro virrey, conde de Salvatierra por dies o doce cartas que le he escrito, como la correspondensia d'este reino es por correos que llaman quez y vuestro presidente tiene de su mano las personas que los despachan porque son viscaínos los más, no hay despacho que no peligre y se teme que no suseda en aquella provinsia lo que susedió en Potosí porque vuestro presidente no tiene más comunicasión que con viscaínos y se allan tan favoresidos que me sertifican personas de todo crédito que en un pueblo de indios que está dos leguas de la siudad de Quito que se llama Cotocolla se le oyó desir a vuestro presidente ablando con un viscaíno" A, paisano, si en esta tierra tuviéramos siquiera mil hombres de nuestra nasión", que aunque aquestas palabras no tuvieron más esplicasión fueron muy malsonantes y no es vien que los superiores sean tan afisionados a los de su nasión ni que lo demuestren con palabras tan preñadas, que a veses sale a la voca lo que tiene el corazón; y si por ellas y por las obras se conocen los efectos con ninguno se deve tener tanta cuenta como con vuestro presidente, pues vive sin dios y sin rey y sólo se aprovecha de Vuestra Magestad para quitar con capa de rey las honras y las asiendas. Y estando sobre este aviso d'este dicho que vuestro presidente dixo, un hombre llamado el maestro Servantes se llegó un día en los portales de la plasa donde estavan en un corrillo muchos viscaínos y entre ellos un cavallero llamado don Pedro Ortis de Ávila y el dicho maestro entró disiendo" Sierto que si se dan mil ducados por un viscaíno no si se allara", a lo cual respondió un viscaíno" Pues que somos muchos", y el maestro Servantes respondió" Pues más habían de ser", y el viscaíno dixo" Pues plugiese a Dios fuéramos siquiera otros quinientos" a lo cual dixo el maestro Servantes" Eso es muy mal dicho y muy mal sonante", y tomando la mano don Pedro Ortis de Ávila dixo el señor maestro" Dise muy bien, que en esta tierra más se castiga lo que se dise que lo que se ace", con que el maestro Servantes se apartó del corrillo y se puso a otro donde estavan viendo lo que pasava arrimados a una tienda serrada tres ombres llamados este Cristóval Pacho se llama Juan Rodríguez Pacho. Cristóbal Pacho y Juan de Salazar( y el otro dirá cómo se llama, Juan de Salaçar) Y en la villa de Riovanva susedió que, habiendo despachado el Tribunal de la Crusada de la siudad de Quito orden al comisario para la publicasión de las bulas con instrusión de todo un alcalde ordinario viscaíno, se atravesó con el comisario y, no sólo fue la pendensia muy escandalosa, sino que impidió la publicasión de la bula; y aviéndose quexado el comisario y dado cuenta al tribunal de Lima y consultádose con vuestro virrey conde de Salvatierra, y mandado pareser en Lima al alcalde, multándolo en dos mil pesos, se opuso vuestro presidente a favoreser al viscaíno contraviniendo a todo lo mandado por los tribunales y, sigún me dicen, se ha dado cuenta a Vuestra Magestad y al Tribunal Supremo de la Crusada. Vuestra Magestad verá lo que más convenga. En fin, señor, de tantos pliegos como yo despaché a vuestro virey, fue Dios servido que llegase un duplicado con sinco cartas, el cual, luego que llegó a entender el rigor de mi prisión y la causa de mis agravios, me despachó provisión para que mis causas se llevasen orixinales en el estado en que estuviesen al gobierno. Y aunque yo presenté la provisión orixinal ante vuestro presidente y oidores con petición, pidiendo testimonio de todo lo que se proveyese, se quedaron con la provisión y nunca se me ha querido dar testimonio de nada porque en este reino no se dan, sino que se levantan tratando sólo de oponerse a Vuestro Virrey; y que yo he de vesar el asote desistiendo de ir a España o que he de pereser por sólo que Vuestra Magestad no vea la desconcordansia que asen los informes que contra han echo a Vuestra Magestad y mis causas, pues si Vuestra Magestad las ve no puedo tener executoria más en avono de mi proseder que haber padesido siempre por el servisio de Dios y el de Vuestra Magestad, deseando como leal vasallo el mayor aumento de su monarquía, pues demás de querer y amar a Vuestra Magestad por ley natural como a mi Rey y a mi Señor le amo y quiero con amor sobrenatural y me duelo que a un rey tan sancto y tan honrador de sus vasallos lo engañen sus ministros y que sólo atiendan a sus comodidades y acresentamientos destruyendo a sus vasallos. Y pongo a Dios por testigo que en todo cuanto he escrito y escrivo a Vuestra Magestad le trato verdad tan sierta que pido a Dios, nuestro Señor, inspire a Vuestra Magestad a que obre sigún ella, pues no me mueve pasión ni afisión. Y que cuando vuestro presidente obró bien se lo escreví a Vuestra Magestad y no yo que sea lealtad en los superiores impedir que los vasallos vayan a verse con su rey ni que le den cuenta de lo que pasa; porque la conclusión, señor, es llana: o es verdad o es mentira lo que se escrive a Vuestra Magestad. Si es mentira¿ qué mayor crédito pueden tener los ministros que se averigüe la verdad y que se castigue a quien la escrive, con que quedarán más acreditados y premiados y los vasallos con escarmiento para que no se atrevan a escrevir a su rey mentira? Si es verdad, ¿qué mayor desdicha puede tener un monarca que no saver lo que pasa en su reino y que lo engañen sus ministros ? Yo, señor, no capitulo a nadie, pues para mis agravios no nesesito de más crédito que las mesmas causas que vuestro presidente y oidores me han echo y la que me izo vuestro virrey marquez de Manzera, pues por sólo que no le quise dezir las personas que escrivían a Vuestra Magestad su proseder, me sacó desterrado de Lima con dos hombres de guarda con la violensia que se vio sin darme causa más que la de su violensia y poder; y vuestro presidente, como tan buen cursante de su escuela, ha seguido sus mesmos pasos; y porque vuestro virrey conde de Salvatierra no apoya sus acsiones, se opone a sus mandatos; y siendo así que en tiempo de vuestro virrey marquez de Manzera todas las cosas de justisia las asía de govierno y agora, en oposisión de vuestro virrey conde de Salvatierra las de govierno las ase de justisia, véalo Vuestra Magestad por aquesa provisión que le remito en mi causa, que en las demás allá han ido muchos que aclararán esta verdad. Y en el entretanto se da mucha priesa vuestro presidente a no dexar estaca en pared y ser dueño de lo eclesiástico y secular, a lo cual le ayuda lindamente un primo suyo que tiene en su compañía, fraile dominico a quien sacó por provinsial con la mayor violensia que se ha visto en este reino. Y entre los dos no dexan cosa que no lo talan; y siendo así que yo no me atrevo a declarar particularidades por el respecto que devo tener a Vuestra Magestad y por la modestia con que devo ablar de los ministros y honra de los vasallos, ellos no tienen respecto a Dios ni a Vuestra Magestad y son dueños de las vidas, de las asiendas y de las honras. Y si alguno dise que se ha de quexar a Vuestra Magestad sobre que lo destruyen y molestan, la menor causa que le asen es de traidor y disen que el rey está lexos. A Dios pongo por testigo de que a me ha susedido. Y si Vuestra Magestad envía visitadores como se ve en la residensia del marquez de Manzera y en la visita que tiene entre manos vuestro presidente me tienen preso porque se pase el tiempo y que no me alle en ella; y el marquez de Manzera se va riendo de todos, habiendo destruido el Pirú y en llegando a España ará proseso de acreedores y pedirá a Vuestra Magestad que le aga muchas mersedes por lo mucho que le ha servido; y plugiese a Dios, señor, que después de haber cumplido Vuestra Magestad con las grandes obligasiones y gran peso que carga sobre sus reales hombros, se allase con el descanso y riquesa que lleva vuestro virrey marquez de Manzera, pues es sierta y infalible verdad que no h'abido cosa de paz ni de guerra que no la haya vendido, que aunque lo que se ha dado no ha sido en mano propia del marquez, lo han resivido sus confidentes y mucho más, si acaso entró en parte con los de la moneda falsa, pues siendo tanta no se persuade el reino a que lo dexase de entender el marquez cuando Vuestra Magestad lo supo estando tan distante: y se han conseguido todas las pretensiones, de fuersa se me ha de conseder una de dos: o que el marquez es incapaz de todo govierno o que iva a la parte con los correspondientes, porque si de todo lo que se vendía no resivía nada el marquez obrava todo lo que querían los correspondientes y esto sólo lo puede acer un hombre incapaz. Y siendo tan entendido como lo es el marquez y que es sierto que todo se vendía, sacará Vuestra Magestad la consecuensia que allare ser más ligítima y sólo lo que yo puedo asegurar a Vuestra Magestad es que fueron tantos los daños que causó en este reino vuestro virrey marquez de Manzera, que sólo la lealtad de vasallos tan fieles y tan amadores de Vuestra Magestad pudieran tolerar el yugo tan pesado como fue el govierno del marquez de Manzera. Y conoserá Vuestra Magestad que no me mueve pasión ninguna a escrevir esto, pues ya el marquez se va riendo de todo y que para que se conosca el agravio que me izo no nesesito de más de que Vuestra Magestad le mande que entriegue la causa que me izo. Y verá Vuestra Magestad que aunque yo padesí los rigores, el agravio no se me iso a , sino a Vuestra Magestad, pues por sólo que no le quise desir las personas que escrivían a Vuestra Magestad y le davan cuenta de lo que pasava, me trató con el rigor y icnominia que tengo referido, que no es muy siguro el proseder del superior cuando con tanto arresto impide que el vasallo vaya a verse con su Rey o le cuenta de lo que pasa. Lo mesmo obra vuestro presidente don Martín de Ariola, y se ve que, habiéndole remitido Vuestra Magestad la averiguasión del proseder de vuestros oidores don Juan de Llanos y don Gerónimo Sapata, ha llevado la proa en favoreser a don Juan de Llanos y desquisiar a don Gerónimo Sapata, pues siendo una mesma causa ha tenido siempre asistente en la audiensia a don Juan de Llanos y a don Gerónimo fuera d'ella. Y si Vuestra Magestad supiera la causa d'esto, acavara de conoser el presidente que tiene Quito, pero ello es tan grave que aunque escrivo a Vuestra Magestad, no puedo aclararme más. Sólo digo, señor, que vuestro presidente se porta con vuestro oidor don Juan de Llanos con tal modo que su voto le tiene subordinado a la voluntad de vuestro presidente y si alguna ves reúsa de firmar o condesender con su gusto, le envía a desir que lo mandará salir de la sala, con que en todo dise amén. Y en correspondensia d'esta su suxesión dilató tanto tiempo la secreta, dándole parte de lo que se obrava y de los testigos que había de llamar para que los granocase. Y esto es en tanto grado que, habiendo jurado ante vuestro Reverendo Ovispo un rasionero de la Iglesia, llamado don Juan Guerrero, y dicho allí la verdad, no quiso llamarlo vuestro presidente y aguardó a que a un hermano del dicho rasionero le susediese una desgrasia de matar a un hombre en una pendensia y a un ixo natural del dicho rasionero le susediese una desgrasia de matar a un hombre, digo, tenerlo preso por otras causas. Y viendo que aquestas dos prendas tan sercanas estavan presas, llamó la muxer de don Juan de Llanos al dicho rasionero y le pidió que jurase en avono de su marido. Y habiéndolo llamado vuestro presidente a un pueblo que llaman Cotocollao, juró en avono de vuestro oidor don Juan de Llanos, contradisiéndose a lo que había jurado ante vuestro Reverendo Ovispo. Esta prueva se verá fásilmente mandando Vuestra Magestad que se cotexen entrambos dichos. Tanvién se verá que habiéndole yo entregado a vuestro presidente cuatro cartas que escriví a Vuestra Magestad los años de cuarenta y siete y cuarenta y ocho con memorial para que isiese la averiguasión de todo lo contenido en las cuatro cartas, habiéndome llamado a declarar en la secreta, se mandaron poner en la causa las cuatro cartas. Y después, le devió de pareser a vuestro presidente que no le estaría bien esto a vuestro oidor don Juan de Llanos y me pidió que diese consentimiento a que se quitasen las cartas. Y conosiendo yo el lanse y que era oponerme a la voluntad de vuestro presidente, hube de consentir en ello y esto se verá en mi dicho. Y tanvién se verá que muchas personas sitadas contra vuestro oidor don Juan de Llanos, no se llamaron, con que queda todo al informe de vuestro presidente que será muy en avono de don Juan de Llanos, si no interviene algún enojo, que para todo tiene vuestro presidente entradas y salidas; y la verdad quedará escuresida; si vien Dios rixe a Vuestra Magestad, que es sobre todo. Estando, señor, en este estado, vinieron impensadamente a la cársel una noche que se contaron catorse de setiembre del año pasado un oidor llamado don Juan del Campo Godoi y el alguasil mayor de corte con dos padres de la Compañía de Jesús, llamados Alonso de Roxas y Alexo Ortis, y un rasionero de la Iglesia, llamado don Juan Guerrero, a persuadirme que saliese de la cársel libremente. Y habiendo yo requerido al dicho vuestro oidor, disiéndole que si aquella soltura era en virtud de la provisión de vuestro virrey, que acetava y estava presto de salir, pero que si era por mandado de vuestro presidente, que protestava la nulidad de todo, no sólo por tenerlo recusado, sino por cuanto estava amparado del govierno superior y que mis causas estavan declaradas por tales y mandadas llevar orixinales y que de cualquiera cosa que se obrase se me diese por testimonio. Y no habiéndoseme querido dar, aunque tenían escondido a un escrivano de cámara, y viendo que no me podían redusir a que saliese de la cársel por cuenta y justo de vuestro presidente, se volvieron a consultarle y, entre las ocho y nueve de la noche, bolvió el dicho vuestro oidor con todas las personas referidas y con más algunos criados de vuestro presidente y con toda violensia me echaron de la cársel con mi muger y ijos. Y allándome sin caza donde poderlos alvergar, me obligó la nesesidad y el rigor a recoxer toda mi familia devaxo de la capa y sicut galina congregat palus suos subritas salí de la siudad aquella oras, a pie desnudos y descalsos mis ijos, hasta un pueblo llamado Machangarilla, donde el dotrinero del lugar no se atrevió a recoxernos en su caza, temiendo el rigor de vuestro presidente. Y pasamos la noche en caza de un indio y a la maña na, buscando tres cavalgaduras, y unas alvardas, acomodé toda mi familia y llegamos a una estansia de un saserdocte llamado Juan Gonsáles Montenegro. Y aunque nos recoxió en su caza con todo amor y compasión, otro día nos pidió que nos pasasemos a un pueblo llamado Chillogallo porque temía no le cobrase mala voluntad vuestro presidente. Y allándonos desamparados de todos nos pasamos al dicho pueblo y en él estuve desde los diesiséis de setiembre hasta los diesiocho de otubre por ver si podía allar avío para pasar a Lima con toda mi caza. Y allándome sin ninguno, hube de dexar desamparados muger y ijos y salí solo en prosecusión de mi viaxe. Y habiendo llegado a la siudad de Cuenca, sincuenta leguas de la siudad de Quito, apenas me apeé cuando vino un alcalde ordinario a la Compañía de Jesús donde yo estava y me sacó d'ella, mandándome llevar a una cársel pública por sólo complaser a vuestro presidente. Y en la dicha prisión me tuvo diesiocho y ocho días hasta que la Real Audiensia invió orden para que me dexasen ir libremente, como todo constará de los testimonios que remito a Vuestra Magestad. Y habiendo llegado a esta siudad de Lima a pedir y demandar ante vuestro jues de residensia del marquez de Manzera los agravios que me iço, los menoscavos de mi presunsión y asienda, apenas hube llegado cuando me digeron que ya vuestro jues de residensia me tenía condenado en costas, sin que hubiese presedido más que haberme escrito vuestro jues de residensia la carta que remito orixinal a Vuestra Magestad, a la cual le respondí lo que verá Vuestra Magestad por la carta copiada que tanvién remito, pues por sólo que no me allase a la residensia del marquez de Manzera me tenía vuestro presidente en una prisión tan rigurosa, quitándome todas las defensas, y que sin envargo remitía poder para que se pusiese la demanda en tiempo, pidiendo términos con instrusión espresa de que si no me mandavan pareser libremente, se protestase la nulidad de la residensia. Y aunque la demanda se puso con estas sircunstansias se me denegaron los términos y salí condenado en costas sobre haber ocho años que padesco quitándome vida, honra y asienda. Y sólo me queda el desear verme cautivo de turcos o moros por ver si entre aquellos várvaros padesco los agravios y rigores que he pasado por mano de los ministros de Vuestra Magestad. Y si aquestos travaxos, señor, se me hubieran causado por delitos propios, aún fueran rigurosos en mi persona cuando el delito no hubiese sido contra Vuestra Magestad, que al mesmo Dios se sirve propter retribusionem. Y habiendo yo y mis padres servido a Vuestra Magestad tan aventaxadamente no era mucho minorar la pena y mereser siquiera el pasaxe que se da a un galeote, pero que me hayan tratado con este rigor por sólo que no le quise desir a vuestro virrey marquez de Manzera las personas que escrivían a Vuestra Magestad su mal proseder, vea Vuestra Magestad si deve salir a mi defensa y mandar al marquez de Manzera que exiva la causa que contra izo, que por ella verá Vuestra Magestad mi justo sentimiento y el yugo tan pesado que tenía el reino sobre . Y lo peor de todo es que después de haber echo vuestro virrey marquez de Manzera todo cuanto quiso, y que en su residensia ha tenido tantos valedores, nos amenaza con que en España tiene otros más poderosos; y aunque aquesto sea así, señor, mande Vuestra Magestad a su Real Consejo de Indias que al marquez de Manzera le den toda la grasia y a los vasallos nuestra justisia, que será desconsuelo grande el haber esperado tantos años el remedio y esprimentar siempre los vasallos lo resuelto del poder, sin que los superiores vean ni teman el castigo de sus violensias, allándose tan premiados los malos como los buenos. Y si yo en esta ocasión no boy en persona a echarme a los pies de Vuestra Magestad, no es tanto por la suma provesa en que me allo, cuanto temer que en el viaxe me quiten la vida. Y no es jusgar temerariamente cuando esprimenté en mi persona que habiéndome mandado sacar preso vuestro virrey marquez de Manzera, con el rigor que se vio y con dos hombres de guarda en un río caudalosísimo que llaman de Sancta, que se pasa en valsas de calavasos, cargaron sobre las guardas y me echaron al río y Dios me libró y sacó milagrosamente. Y en esta siudad apenas hube llegado cuando otro día me vino a ver un prevendado d'esta siudad y catredal y me dixo que mirase como andava, porque le habían asigurado que luego que llegué andubieron buscando mi posada seis ombres armados, entre los cuales me dixo que le habían dicho que los tres eran criados del marquez de Mançera. Y la mesma mañana vino a verme la muger del ss de govierno, llamada doña Ysavel de Córdova y me dixo que me pedía que no demandaze nada al marquez de Manzera porque si lo asía la primera puerta que se me havía de serrar era la de su caza y con ella otras de personas graves. Y para más apretarme me dixo que la del mesmo Prínsipe que oy govierna se me había de serrar. Y biendo yo que sobrevenir el remedio tan tarde viene con tantas ayudas de costa para los poderosos y que no hay persona que se atreva a declarar la verdad porque a unos los amenasan con rigores y que los han de matar y a otros redusen con dádivas, lo remito todo a Dios, pues él sólo save castigar agravios de poderosos y me contento con dar cuenta a Vuestra Magestad como a mi Rey y Señor, suplicándole umildemente lo mesmo que en otras le he suplicado: que puesto que la ley natural nos constituye vasallos para dar por Vuestra Magestad vida, honra y asienda, esa mesma constituye a Vuestra Magestad, Rey y Señor Nuestro para ampararnos y mantenernos en justisia, castigando malos y premiando buenos. Y porque el prinsipal deseo que he tenido de ir a España a verme con Vuestra Magestad era a comunicarle dos advitrios tocantes a su real servisio, que el uno es el de la redusión de los indios del Pirú a sus pueblos y, el otro, darle a Vuestra Magestad un millón de plata por una ves, viéndome por tantas partes impusivilitado de poderlo conseguir, los entregué en mano propia a vuestro virrey conde de Salvatierra, el cual me ofresió vellos con mucho cuidado. Y como se alla oy con el despacho de la armada no le ha dado el tiempo lugar a que tome resulusión. Fío del gran selo con que sirve a Vuestra Magestad que lo hará y dará aviso de todo. Y yo como umilde vasallo, procuraré siempre los mayores aumentos de la monarquía de Vuestra Magestad, pidiendo a Dios, Nuestro Señor, que guarde a Vuestra Real Magestad.

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